January 17, 2018
División Norteamericana

La Estatua de la Libertad, un histórico símbolo de la libertad en los Estados Unidos, tiene las siguientes palabras grabadas en su base: “Dadme tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas gimiendo por respirar libres, los despreciados de tus congestionadas costas. Enviadme a estos, los desposeídos, basura de la tempestad. Levanto mi lámpara al lado de la puerta dorada”. Algunos hoy, sin embargo, están cuestionando la presencia de los que llegan a nuestras costas que provienen de países que enfrentan desafíos políticos, económicos y de catástrofes naturales.
Como la denominación cristiana de mayor diversidad étnica en los Estados Unidos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día defiende con decisión los derechos de todos los hombres, mujeres y niños, no importa cuál sea su país de origen—los derechos igualitarios otorgados por la Constitución de los Estados Unidos y el tratamiento justo como inmigrantes y refugiados en nuestro amado país.
La ascendencia de casi todos los ciudadanos estadounidenses incluye la inmigración desde un territorio, y muchos llegaron aquí con la esperanza y la promesa de una vida mejor hecha posible por una nación que reconocía el tratamiento justo e igualitario de todos sus ciudadanos. Como grupo religioso formado en los Estados Unidos hace más de 150 años, celebramos la libertad religiosa otorgada a todos los que escogen vivir y adorar aquí. Nuestro país muestra su mejor versión cuando celebramos la diversidad étnica, las variantes culturales y la libertad religiosa de todos los estadounidenses.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día se une a otras comunidades de fe para hacer un llamado con oración a todos los estadounidenses, para que analicen su corazón y busquen la conducción divina en sus interacciones diarias con los demás. Dios crea iguales a todas sus criaturas y su amor está a disposición de todos los que lo aceptan, no importa cuál sea su trasfondo, lugar de nacimiento, o estatus económico. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).